La programación es el acto de escribir una serie de instrucciones en un lenguaje artificial para decirle a una máquina qué debe hacer. Así de simple, y a la vez complejo.
Si como programadores (amateur, novatos o expertos) tenemos la paciencia y los conocimientos suficientes, lograremos que un procesador de datos haga cosas muy complicadas, aunque parezcan sencillas. Por ejemplo, facilitarnos algo tan intuitivo como la navegación en línea; consultar el pronóstico del tiempo en nuestro dispositivo móvil; enviar un mensaje a las 3 de la madrugada o solicitar nuestra canción favorita a un dispositivo como Alexa.
En esa capacidad de convertir lo complejo en un proceso sencillo y casi automático radica la importancia de la programación y, por ende, de los lenguajes de programación. Estos últimos son el vehículo que nos permite hablar el lenguaje de las computadoras. En esta ocasión nos centraremos en JavaScript, un lenguaje de programación construido para el navegador Netscape en 1995. Un nombre y una fecha que todos los usuarios del internet deberíamos conocer, dada su trascendencia en nuestras vidas.
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